El presidente del Condominio es otro tipo, tiene pinta de asiático. Antes hubo un africano, en donde vivo hay gente de todas partes. El vecino que cortó los servicios al del apartamento C, es con diferencia el más rico del bloque, el que manda. Si él, que vive en el piso más alto y mira a todos desde allá arriba, no quiere que se haga algo, no hay discusión: no se hace. Punto.
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Este vecino y el que tiene cortados los servicios, el del apartamento C, se empezaron a pelear hace muuuucho tiempo, y se siguen peleando todavía hoy. Cada uno tiene su visión del asunto y es muy difícil ponerlos de acuerdo. Uno dice que los cortes a los que lo somete el otro lo tienen arruinado y que es muy difícil vivir así, mientras que el otro le replica que se merece esos cortes, porque es una persona muy mala con los demás y con su familia.
La cuestión es que ya llevamos varios años en los que el Condominio intenta poner orden entre ambos, pero no lo consigue. En el bloque viven 192 familias repartidas en muchos pisos: en los más altos viven los más ricos, y en la planta baja los más pobres. Incluso hay algunos que viven debajo, en el sótano, pero casi nadie sabe nada de ellos, y apenas se ven.
El otro día -y ya van más de quince veces- nos reunimos todos los vecinos para ver si era justo que el vecino del apartamento C siguiera sin luz y sin gas. Todos y cada uno de los vecinos (aunque cuatro faltaron) expusieron sus opiniones y al final votamos a mano alzada. El resultado fue abrumador:
-184 vecinos votamos que era un crimen tener a un vecino con esas restricciones, restricciones que perjudicaban seriamente a la familia del inquilino del apartamento C.
-El vecino de la azotea votó a favor de seguir dejándolo a él y su familia sin esos servicios, y dos vecinos amigos suyos (de hecho viven en anexos a su apartamento) lo apoyaron. También otro vecino, que todos dicen que es como el propio matón del primero, al que ayuda a la hora de repartir golpes a otros vecinos de apartamentos adyacentes, que el de la azotea mira con recelo y sospecha, por sus largas barbas y costumbres extrañas. En el edificio todos dicen que este vecino, el matón, el del apartamento I, de hecho se apoderó de ese piso, donde vivía otra gente, y los recluyó a todos en uno de los baños, donde sobreviven como pueden, y se dice incluso que hace poco tapió ese baño con un muro de ladrillos para que no lo molesten. Pero no sé si es cierto. El caso es que este vecino también apoyó al de la azotea.
-Hubo otro vecino que se abstuvo. Yo creo que iba a votar a favor del vecino del apartamento C, pero el de la azotea le lanzó una mirada fulminante que bastó para convencerlo de que no lo hiciera.
Y en fin, éste fue el resultado de la votación. Lo sorprendente es que no sirvió de nada. Sí, como lo leen, ¡de nada! El de la azotea dijo que no, que ni modo, que no piensa permitir que el del apartamento C ni su familia tengan de nuevo esos servicios básicos, y el presidente -ese con cara de asiático- refunfuñó, no estuvo de acuerdo pero no dijo nada más.
Muchos vecinos guardan estrecha amistad con la familia del C, y dicen que éstos, a pesar de sus dificultades, los asisten cuando pueden, sobre todo a los que viven en el sótano y de los que nadie sabe nada. Y hay otros vecinos que no simpatizan con los del C, de hecho muchos los critican todo el tiempo y dicen muchas cosas malas sobre esa gente y sobre cómo funcionan las cosas tras las puertas del apartamento. Pero casi todos -184 de 192- estamos de acuerdo en que no podemos condenarlos a malvivir así. Nadie se merece eso. Y es raro que en un condominio -menos en el que vivo yo- estemos prácticamente todos tan de acuerdo en algo.
En fin... eso es todo lo que quería contarles. Los del apartamento C siguen sin agua, sin luz, sin nada de eso. Y los demás vecinos nos empezamos a hartar de acudir a reuniones de condominio que no sirven para nada, porque al final siempre se hace lo que diga el de la azotea.