domingo, noviembre 16, 2014

"Chino y Nacho": ¿Tolerancia o coherencia?

En los últimos días en las redes sociales se vive una polémica en torno al festival de música 'Suena Caracas', que agrupará a 137 bandas entre el 28 de noviembre y el 6 de diciembre en la ciudad capital. La polémica consistió en que muchísimos simpatizantes, militantes y defensores de la Revolución Bolivariana -entre los que me incluyo- criticaron la participación del dúo Chino y Nacho en ese evento, fundamentalmente por la postura que dicha agrupación musical mantuvo sobre uno de los episodios más difíciles y dolorosos que nos ha tocado sufrir en los últimos años: las guarimbas que se iniciaron en febrero de 2014 y se mantuvieron por dos o tres meses, causando decenas de muertos, heridos y múltiples daños a la propiedad pública.

Durante esos días, igual que otras personalidades nacionales e internacionales, Chino y Nacho mostraron públicamente su simpatía por un movimiento facho que, disfrazado de "estudiantes", pretendía derrocar un gobierno legítimamente electo, hostigó a famosos y no famosos solo por el hecho de ser chavistas, degolló motorizados, etc.

Muchos chavistas -entre los que me vuelvo a incluir- encontraron contradictorio que el gobierno contrate a una banda que apoyó lo que oficialmente el propio gobierno calificó y aún califica como "golpe de estado fascista". Inmediatamente las redes sociales se llenaron de críticas al respecto, y durante dos días no hubo respuesta oficial al asunto por parte de los responsables del evento. Hasta que por fin...

Desde su cuenta en twitter, el camarada alcalde Jorge Rodríguez, y con él muchos defensores de la contratación de Chino y Nacho, argumentaron que no había que ser intolerante, que la Revolución es inclusión, que aquí cabemos todos, e incluso hubo insinuaciones por parte de algunos voceros de que quienes criticaban la medida tenían actitudes propias de la derecha fascista.

Lejos de aplacar los ánimos, la explicación oficial generó múltiples respuestas reafirmándose en las críticas, y surgieron innumerables parodias de los argumentos expuestos, algunas de ellas muy divertidas.


Quienes criticamos la medida lo hacemos exigiendo coherencia por parte de las autoridades. Si decimos que lo que ocurrió a principios de año fue un golpe de estado fascista -personalmente así lo creo y no conozco ningún vocero oficial u oficioso del chavismo que contradiga esa versión- contratar a alguien que apoyó dicho ataque es totalmente incoherente. Yo no imagino al Centro Simón Wiesenthal invitando a una banda neonazi a tocar en un evento organizado por ellos, y dudo que Martin Luther King hubiera contratado a unas porristas del Ku Klux Klan para encabezar la histórica marcha por los derechos civiles. Y no lo habrían hecho no porque fueran intolerantes, sino por una mínima cuestión de coherencia y credibilidad en lo que profesan o defienden.

La mayoría de quienes criticamos a Chino y Nacho y su contratación no pedimos que en el evento sólo participen megarevolucionarios ultrachavistas. De hecho ese no es el caso de casi ninguna banda, sin que haya críticas mordaces por ello: eso sí es muestra de tolerancia, invitar a compartir contigo a quien no piensa igual que tú.

Pero una cosa es ser tolerante con la diferencia y otra muy distinta ser tolerante con el fascismo o con quienes lo apoyan. Porque eso es muestra de debilidad o de incoherencia, o de ambas a la vez, nunca de tolerancia.

Así que no se trata de ser o no ser tolerante, sino de ser tolerante, pero sin perder la coherencia.