
El título ('Parapolítica ensucia Colombia') parece duro y directo, pero ya el subtítulo da una pista de por dónde va a ir el artículo: “El maridaje entre paramilitares y políticos ha llevado a 33 legisladores a la cárcel - Gobernadores, alcaldes y el entorno del presidente Álvaro Uribe se contagian”.
¿Se contagian? ¡Viva el eufemismo! No, no se contagian: son los principales protagonistas. El contagio es algo involuntario, el protagonismo define mucho mejor la realidad de lo que ocurre en Colombia.
¿Y por qué “el entorno”? ¿Por qué no decir “los hombres de confianza” (como Jorge Noguera) o “los familiares” (como su primo Mario)? Todo sea por no involucrar al presidente-teleconcesor en el titular, que es de donde muchos lectores no pasan.
Más adelante insisten en este juego de quiero-decirlo-pero-no-me-atrevo cuando leemos que “el escándalo ha llegado muy cerca del presidente Uribe: la mayoría de los implicados pertenecen a su coalición de gobierno”.
Más que la mayoría, la casi totalidad (27 de 33 de los ya encarcelados). Por lo que el escándalo no ha llegado “muy cerca” (otra vez “el entorno”, como si se tratara de sus vecinos y no de sus aliados) de Uribe, si no que lo rodea por tantos flancos que hay que ser muy iluso -o pretender que sus lectores lo son- para no darse cuenta de que Uribe también es responsable del mismo, ya sea por acción o por omisión.

El texto dedica más espacio a los que dudan de la veracidad de este escándalo (citando a quienes lo tildan de tratarse de “fallos políticos contra el presidente”, “sevicia”, “un grupo de bandidos que quiere implicar a gente honesta”, etc.) que a quienes llevaron este debate al congreso y denunciaron la infiltración de la Mafia narcotraficante en altas instancias del Estado, presidencia inclusive.

Y como colofón final, el principal partido opositor colombiano, el Polo Democrático Alternativo (que más que el Partido Liberal seleccionado convenientemente por El País -partido que sí tiene implicados en este escándalo parapolítico- ha tomado con fuerza y decisión la bandera de esta causa), sólo es mencionado una vez.
Sí, sólo una. No adivinarán para qué...
Para implicarlo en el pseudoescándalo de la FARCpolítica, burda maniobra del gobierno colombiano con la que pretende hacer olvidar la parapolítica, y por la que ni siquiera hay nadie investigado (más allá de un esperpento mediático del fiscal Mario Iguarán, que los citó a través de la tele), ningún destituido y mucho menos ningún encarcelado.
Si no se buscan otras fuentes, leyendo este artículo uno creerá que en Colombia los paramilitares ayudan a los que apoyan a Uribe, las FARC a los que se le oponen, y el intachable Álvaro es víctima de los primeros y justo juez de los segundos.
Es el estilo que tiene PRISA/El País para ¿criticar? al garante de su próximo negocio redondo en Latinoamérica.
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