Ayer al mediodía, la Guardia Nacional Bolivariana detuvo en el puente sobre el Lago de Maracaibo a Álvaro Araújo Noguera, prófugo de Colombia por sus nexos con el paramilitarismo. Dichos nexos no son sorprendentes: el señor Araújo es papá y mentor de dos encantadores aliados de Uribe (uno encarcelado y la otra dimitió antes de seguir los pasos del hermanito) y ya se sabe cómo se manejan sus colaboradores.
Que haya un miembro o ex miembro de la clase política colombiana -Araújo fue ministro de agricultura- buscado por narco y paraco ya no sorprende a nadie. Lo que a mí me inquieta en cambio es ¿qué carrizo hacía este tipo en Venezuela? Porque si yo fuera un paramilitar de ultraderecha (o promotor de los mismos) no iría a refugiarme en una república continuamente acusada de "comunista", como es el caso de Venezuela; habría buscado refugio en Perú, México o la misma Colombia, donde me dejarían más tranquilo. Es como si el líder del Ku Klux Klan, huyendo del FBI, se fuera a refugiar a la actual Sudáfrica. No tiene ningún sentido. A menos que...
A menos que tuviera amiguitos, negocios y protectores en Venezuela, y que ciertos entes policiales corruptos y fascistas, le ofrecieran protección y ayuda para quedarse de lo más tranquilo por estas tierras. ¿O no?
Además de inquietarme la facilidad con la que un mecenas del paramilitarismo encuentra cobijo en Venezuela, más me preocupa la ingenuidad con la que lo entregan las autoridades venezolanas a Colombia, sin averiguar primero a fondo qué hacía en Venezuela además de esconderse de la justicia, quién lo protegía y a cambio de qué. Misma preocupación que acabo de leer en este artículo.
Veremos qué sale de todo este asunto. Pero viniendo de un aliado del uribismo, seguro que no es bueno.
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