jueves, abril 23, 2009

Manuel Rosales batió su propio récord de brutalidad

¿Usted creía que Manuel Rosales no podría superar lo de “peras al horno”? ¿Que nunca volvería a afirmar algo equiparable a “no creo en cantos de ballena”? ¿Que jamás podría decir algo tan redundantemente absurdo como “si me matan y me muero”? ¿Que no volvería a escuchar algo semejante a “mejorar la inseguridad”? En resumen, ¿que Rosales no volvería a alcanzar esas cotas de brutalidad que ya creía insuperables? ¡Se equivocaba!

Hoy el ex alcalde de Maracaibo, desde su recién estrenado “exilio” en Perú, en su primera comparecencia pública tras escapar del país hace dos semanas, superó eso y más, mientras intentaba denunciar presuntos hechos de corrupción de empresas del Estado. La prueba, en el siguiente video:



“¿Por qué no hablan de los taladros de PDVSA? Entregaron 27 taladros… Yo no estoy diciendo esto para justificar lo mío, no”.

Es decir, por salirse de la chuleta que leía con mal disimulada dificultad, el filósofo admirador de Montes Kiú, se autoinculpó como corrupto en la misma rueda de prensa a la que convocó para decir que es un perseguido político. Insólito.

Definitivamente, Rosales se depravó: yo no estoy diciendo esto para justificar lo mío, no. Insuperable. Cuando vi el reporte de VTV sobre la rueda de prensa y la comunicadora social Eilenier Rivas anunció que “a pesar de asegurar que no ha practicado ningún hecho de corrupción, ahora lo admite” no lo pude creer. No lo creía capaz de tanta brutalidad, y paré las orejas para escuchar a qué se refería con eso de “ahora lo admite”.

Lo que vino después fue un incontenible ataque de risa... ¡Rosales había vuelto a superarse, y con récord olímpico incluido!

3 comentarios:

Utpal dijo...

Que sucedió exactamente con los taladros?

Utpal dijo...

Qué es exactamente el caso de los 27 taladros? Y lo del Central Azucarero: ¿habían algunos militares presos por corrupción, no?

Unknown dijo...

Mas brutico y me mata este tipo, Nooooooooooooooooooo puedoooooooooooooooooooo
esto si es un nefasto en potencia.