A una semana de las elecciones presidenciales en Venezuela, podemos recordar y vislumbrar los siguientes aspectos y posibles escenarios.
a) Las encuestas. La aplastante mayoría de los sondeos otorgan a Chávez ventajas que van desde los seis hasta los treinta puntos porcentuales frente a su contrincante principal, Manuel Rosales. Es cierto que la oposición habla de algunos sondeos propios que dan como ganador a su candidato, pero en general estos estudios se reducen a afirmar "En Venezuela hay miedo, y aunque los números digan lo contrario, gana Rosales. ¿Alguna pregunta?" y poca gente -con razón- los toma en serio. Internet es una buena fuente de contraste. Si uno realiza una búsqueda de noticias en Google, con el término "elecciones Venezuela", se encontrará con que la aplastante mayoría de enlaces resultantes dan por seguro ganador al gobernante bolivariano. Medios y portales tan poco sospechosos de ser "chavistas" como Terra España, Reuters, Associated Press, ¡hasta el Miami Herald!, se hacen eco de los datos que muestran esa ventaja, mucho más que sólida restando siete días para los comicios.
b) Los resultados. Apoyándonos en esos datos, de empresas de renombre y trayectorias intachables, la victoria de Hugo Chávez parece segura. En un país cualquiera la cosa quedaría ahí: unos ganan, otros pierden, ambos muestran una cara satisfecha ante la prensa y felicitan a su contrincante, porque la verdadera ganadora ha sido la democracia, etc. Pero Venezuela no es un país cualquiera, y los escenarios que se abren a partir de algo tan sencillo son muy variados.
c) Los antecedentes. Para entrar en materia, no está para nada de más recordar que en agosto del 2004 se realizó un referendum revocatorio en el país, donde se consultó a los venezolanos si querían que Chávez saliera del poder (SI) o si preferían que siguiera ejerciéndolo (NO). Todas las encuestas nacionales e internacionales, excepto una (contratada por la oposición) daban por seguro el triunfo del NO -la permanencia de Chávez en el poder- y así sucedió. Pero gran parte de la oposición se negó a reconocer los resultados y cantaron "fraude" a los cuatro vientos, argumentando que el sistema de voto es electrónico y fue manipulado por unos hackers rusos contratados por el gobierno (sic). El Centro Jimmy Carter y la OEA, en calidad de observadores, certificaron la victoria chavista. Un considerable segmento de la oposición, todavía hoy y sin haber podido demostrar absolutamente nada, sigue hablando del "fraude en el revocatorio" y llegan al absurdo de acusar tanto a la OEA como al Centro Carter de ser "simpatizantes chavistas". Gran parte de los escenarios que se abren ahora se basan en la experiencia de esta consulta realizada hace dos años.
d) Retiro de la oposición. En diciembre del 2005, en las elecciones para la Asamblea Nacional, y previendo una derrota amplia, la oposición se retiró en bloque dos días antes de los comicios, aduciendo que el proceso no tenía las suficientes garantías. Con esto buscaron deslegitimar nacional e internacionalmente al gobierno chavista. Es cierto que la participación fue muy baja, 25%, pero presentándose sólo candidatos de partidos oficialistas a las elecciones, era en extremo difícil movilizar al electorado. La Asamblea Nacional ahora está representada exclusivamente por partidos del gobierno, y eso no ha conseguido deslegitimar al gobierno bolivariano más allá de entre buena parte de los seguidores de oposición. La diferencia es que ahora es el propio Hugo Chávez quien se presenta a las elecciones, no partidarios suyos, y puede resultar más tentador a la hora de deslegitimar su gobierno internacionalmente, ya que la derrota electoral de la oposición parece segura. Pero corren el riesgo de que la comunidad internacional vuelva a ignorar sus pataletas, como ya ha ocurrido en el pasado: a día de hoy ya hay misiones observadoras internacionales presentes que están conociendo cómo funciona el sistema de voto y si es o no transparente.
e) Gane quien gane, el rival acepta los resultados. Sería el escenario ideal. Chávez ha repetido en numerosas ocasiones que, de perder en las urnas, será el primero en entregar la banda presidencial. De hecho, la figura del "referendo revocatorio", poco usual en otras democracias, forma parte de la constitución de 1999, diseñada por una asamblea mayoritariamente chavista y aprobada en plebsicito de forma aplastante. No obstante, las encuestas indican que Chávez ganará estos comicios, por lo que parece un escenario poco probable. Que la oposición aceptara unos resultados desfavorables sin rechistar demasiado -siempre que se pierde unas elecciones, algo se rechista- sería lo mejor para el país y para sí misma. Debido al golpe frustrado del 2002, el sabotaje petrolero y las maniobras de desestabilización llevadas a cabo en estos años por buena parte de los oposicionistas, éstos gozan de bastante desprestigio en el país. Aceptar los resultados e iniciar una labor opositora de manera democrática es algo que, sin duda, agradecerían la mayoría de sus votantes y el país entero. Pero... ¿y si no lo hacen?
f) Violencia, desestabilización. En abril del 2002, algunos sectores radicales de la oposición lanzaron a sus seguidores a tomar el Palacio de Gobierno para derrocar a Chávez. Los simpatizantes chavistas salieron a defenderlo y la violencia no tardó en brotar. Hubo muertos civiles en ambos bandos y la oposición, apoyada por la manipulación de la violencia que hicieron los medios de comunicación privados, logró hacerse con el poder. Las organizaciones sociales y medios alternativos, haciendo uso de un "boca a boca" muy efectivo, y junto con sectores del ejército fieles al gobierno constitucional, contrarrestaron el Golpe de Estado y Hugo Chávez retomó las riendas del país en menos de 48 horas. La oposición fracasó entonces, pero puede volver a intentar provocar violencia para hacerse con el poder de manera similar y, esta vez, sabría no repetir los errores del pasado, para no perderlo en un abrir y cerrar de ojos como ocurrió aquel 13 de abril. Cantarían "fraude", lanzarían a sus seguidores a las calles a buscar un derramamiento de sangre y en la confusión derrocarían al gobierno (ésta es la estrategia "3-4-5" que defendió recientemente en televisión un opositor, Rafael Poleo: votar el tres de diciembre, salir a las calles gritando "fraude" el cuatro, y con la ayuda de sectores golpistas del ejército, tumbar a Chávez el cinco. Sí, en la tele lo dijo). Después se asegurarían de que la situación no fuera reversible. Si en el 2002 cerraron la televisión estatal, detuvieron a varios ministros, disolvieron la asamblea Nacional, asediaron y tomaron parcialmente la Embajada de Cuba, da escalofríos pensar qué serían capaces de hacer ahora para "mejorar" la intentona de hace cuatro años. Si ésta fuera la estrategia opositora, y fracasara, sería la tumba de la oposición. Si ésta fuera la estrategia opositora, y triunfara, sería la tumba de Venezuela.
g) Los observadores. Juega un papel primordial en el proceso la presencia de las misiones internacionales dedicadas a observar el transcurrir de los comicios. Lo que estos observadores -OEA, UE, Centro Carter...- digan una vez finalizada la jornada electoral es vital para la estabilidad de la nación. Ellos obviamente cumplirán con su deber y harán las observaciones que crean convenientes, pero todos los factores implicados son conscientes del tremendo impacto que sus palabras tendrán. Sin duda ellos lo saben, y serán en extremo cautelosos a la hora de pronunciarse. Si observan irregularidades de magnitud suficiente como para declarar inválidos los resultados, favorezcan a quien favorezcan, el país puede entrar en el caos en un visto y no visto. De declarar que las elecciones fueron transparentes y arrojaron un claro ganador, cualquier intento desestabilizador perdería fuerza: no desaparecería -recuérdese que un segmento de la oposición sigue sin reconocer los resultados del 2004, aunque fueron avalados internacionalmente- pero quedaría sumamente debilitado y perdería toda legitimidad. ¿Qué podrían hacer entonces?
h) Gobierno paralelo. Lo más probable es que sigan como hasta ahora: desde los medios privados negando la legitimidad del gobierno bolivariano, llamándolo "régimen" y "dictadura" y creando matrices de opinión muy negativas desde periódicos y canalaes de televisión. Otro escenario a tener en cuenta podría ser la creación de un "gobierno" formado por la oposición, escudándose en que hubo "fraude" en el proceso. Sería una deslegitimación "a la mexicana". Lo que ocurre es que, a tenor de las encuestas, difícilmente la diferencia entre uno y otro sea del 0,56% como en el país azteca. Con una diferencia de alrededor del 20% en los votos, que es la media que dan los sondeos, y la certificación de los mismos por la OEA, el Centro Carter y la UE, un "gobierno paralelo" sería el hazmerreír internacional. Pero la oposición tiene factores mediáticos y económicos muy poderosos operando a su favor, que no hay que despreciar.
i) El Magnicidio. No puedo dejar de mencionar algo que se comenta en la calle y en algunos foros de opinión de Internet. A mí me parece el segundo escenario más descabellado. Pero probablemente, si alguien hubiera anunciado que Kennedy iba a ser asesinado dos días antes de que efectivamente así sucediera, la gente también lo habría tachado de rumor absurdo. Al contrario de lo que pudiera pensar uno a priori, el objetivo no sería Chávez. Asesinar a Chávez traería unas consecuencias difíciles de imaginar, y el país podría entrar en una espiral de violencia que dejaría al Bogotazo como un concierto de los Niños Cantores de Viena en comparación. Además no serviría para derrocar al gobierno, al menos no a corto plazo, más bien afianzarlo. Un atentado contra Rosales también crearía un caos enorme en el país, no tan grande quizá, pero suficiente para hacer ruido internacionalmente. Asesinar a Rosales, o una simple intentona, daría algo de credibilidad al argumento opositor de que él encabeza las preferencias de voto, y por tanto el gobierno de Chávez -un gobierno dictatorial a su modo de ver- intentó impedir su triunfo ordenando su muerte. Insisto en que en mi opinión esta hipótesis es descabellada, pero no imposible: hay un sector -muy minoritario pero extremadamente radical- de la oposición venezolana que ha hecho del "salir de Chávez a toda costa" un mantra existencial, para el cual el fin justifica todos los medios.
j) La Intervención Extranjera. El escenario más descabellado, el summum de la locura, pero si se diese el caso de un magnicidio, se desataría un caos incontrolable en la nación, se podría llegar a una guerra civil. Eso desencadenaría una intervención extranjera. Más de un país estaría encantado de intervenir, dada la gran importancia económica de Venezuela, una de las mayores reservas mundiales de hidrocarburos. Nunca se dará el caso de una invasión "a secas", siempre tiene que haber un "motivo" primero que la justifique, y la única excusa válida para realizarla sería un estallido de violencia que conmoviera a la opinión pública internacional. Estos dos escenarios -magnicidio e intervención- son casi inseparables, y aunque suenen (y en mi opinión lo son) a meras teorías conspirativas, no se puede descartar nada jugándose Venezuela lo que se juega en estos comicios.
La mayoría de estos escenarios parecen desoladores y catastrofistas. Son sólo posibilidades, pienso que porcentualmente muy improbables. En mi opinión, y basándome en las encuestas, la temperatura en las calles y la actitud de los medios, lo que va a ocurrir en las elecciones es que, como aseguran casi todos los estudios de opinión, Chávez las ganará cómodamente. Me inclino a pensar que la oposición cantará "fraude" o como mínimo -no pudiendo demostrarlo- querrá dejar flotando en el aire un aroma a "duda" respecto a los resultados, habrá algunos disturbios espoleados por algunos medios privados, pero los organismos internacionales certificarán la victoria del mandatario bolivariano y las protestas irán paulatinamente perdiendo fuerza. Mi pronóstico y mi deseo es que las Navidades serán tranquilas en Venezuela. Pronto lo sabremos, sólo restan siete días para uno de los días más importantes en la historia de la democracia nacional.
a) Las encuestas. La aplastante mayoría de los sondeos otorgan a Chávez ventajas que van desde los seis hasta los treinta puntos porcentuales frente a su contrincante principal, Manuel Rosales. Es cierto que la oposición habla de algunos sondeos propios que dan como ganador a su candidato, pero en general estos estudios se reducen a afirmar "En Venezuela hay miedo, y aunque los números digan lo contrario, gana Rosales. ¿Alguna pregunta?" y poca gente -con razón- los toma en serio. Internet es una buena fuente de contraste. Si uno realiza una búsqueda de noticias en Google, con el término "elecciones Venezuela", se encontrará con que la aplastante mayoría de enlaces resultantes dan por seguro ganador al gobernante bolivariano. Medios y portales tan poco sospechosos de ser "chavistas" como Terra España, Reuters, Associated Press, ¡hasta el Miami Herald!, se hacen eco de los datos que muestran esa ventaja, mucho más que sólida restando siete días para los comicios.
b) Los resultados. Apoyándonos en esos datos, de empresas de renombre y trayectorias intachables, la victoria de Hugo Chávez parece segura. En un país cualquiera la cosa quedaría ahí: unos ganan, otros pierden, ambos muestran una cara satisfecha ante la prensa y felicitan a su contrincante, porque la verdadera ganadora ha sido la democracia, etc. Pero Venezuela no es un país cualquiera, y los escenarios que se abren a partir de algo tan sencillo son muy variados.
c) Los antecedentes. Para entrar en materia, no está para nada de más recordar que en agosto del 2004 se realizó un referendum revocatorio en el país, donde se consultó a los venezolanos si querían que Chávez saliera del poder (SI) o si preferían que siguiera ejerciéndolo (NO). Todas las encuestas nacionales e internacionales, excepto una (contratada por la oposición) daban por seguro el triunfo del NO -la permanencia de Chávez en el poder- y así sucedió. Pero gran parte de la oposición se negó a reconocer los resultados y cantaron "fraude" a los cuatro vientos, argumentando que el sistema de voto es electrónico y fue manipulado por unos hackers rusos contratados por el gobierno (sic). El Centro Jimmy Carter y la OEA, en calidad de observadores, certificaron la victoria chavista. Un considerable segmento de la oposición, todavía hoy y sin haber podido demostrar absolutamente nada, sigue hablando del "fraude en el revocatorio" y llegan al absurdo de acusar tanto a la OEA como al Centro Carter de ser "simpatizantes chavistas". Gran parte de los escenarios que se abren ahora se basan en la experiencia de esta consulta realizada hace dos años.
d) Retiro de la oposición. En diciembre del 2005, en las elecciones para la Asamblea Nacional, y previendo una derrota amplia, la oposición se retiró en bloque dos días antes de los comicios, aduciendo que el proceso no tenía las suficientes garantías. Con esto buscaron deslegitimar nacional e internacionalmente al gobierno chavista. Es cierto que la participación fue muy baja, 25%, pero presentándose sólo candidatos de partidos oficialistas a las elecciones, era en extremo difícil movilizar al electorado. La Asamblea Nacional ahora está representada exclusivamente por partidos del gobierno, y eso no ha conseguido deslegitimar al gobierno bolivariano más allá de entre buena parte de los seguidores de oposición. La diferencia es que ahora es el propio Hugo Chávez quien se presenta a las elecciones, no partidarios suyos, y puede resultar más tentador a la hora de deslegitimar su gobierno internacionalmente, ya que la derrota electoral de la oposición parece segura. Pero corren el riesgo de que la comunidad internacional vuelva a ignorar sus pataletas, como ya ha ocurrido en el pasado: a día de hoy ya hay misiones observadoras internacionales presentes que están conociendo cómo funciona el sistema de voto y si es o no transparente.
e) Gane quien gane, el rival acepta los resultados. Sería el escenario ideal. Chávez ha repetido en numerosas ocasiones que, de perder en las urnas, será el primero en entregar la banda presidencial. De hecho, la figura del "referendo revocatorio", poco usual en otras democracias, forma parte de la constitución de 1999, diseñada por una asamblea mayoritariamente chavista y aprobada en plebsicito de forma aplastante. No obstante, las encuestas indican que Chávez ganará estos comicios, por lo que parece un escenario poco probable. Que la oposición aceptara unos resultados desfavorables sin rechistar demasiado -siempre que se pierde unas elecciones, algo se rechista- sería lo mejor para el país y para sí misma. Debido al golpe frustrado del 2002, el sabotaje petrolero y las maniobras de desestabilización llevadas a cabo en estos años por buena parte de los oposicionistas, éstos gozan de bastante desprestigio en el país. Aceptar los resultados e iniciar una labor opositora de manera democrática es algo que, sin duda, agradecerían la mayoría de sus votantes y el país entero. Pero... ¿y si no lo hacen?
f) Violencia, desestabilización. En abril del 2002, algunos sectores radicales de la oposición lanzaron a sus seguidores a tomar el Palacio de Gobierno para derrocar a Chávez. Los simpatizantes chavistas salieron a defenderlo y la violencia no tardó en brotar. Hubo muertos civiles en ambos bandos y la oposición, apoyada por la manipulación de la violencia que hicieron los medios de comunicación privados, logró hacerse con el poder. Las organizaciones sociales y medios alternativos, haciendo uso de un "boca a boca" muy efectivo, y junto con sectores del ejército fieles al gobierno constitucional, contrarrestaron el Golpe de Estado y Hugo Chávez retomó las riendas del país en menos de 48 horas. La oposición fracasó entonces, pero puede volver a intentar provocar violencia para hacerse con el poder de manera similar y, esta vez, sabría no repetir los errores del pasado, para no perderlo en un abrir y cerrar de ojos como ocurrió aquel 13 de abril. Cantarían "fraude", lanzarían a sus seguidores a las calles a buscar un derramamiento de sangre y en la confusión derrocarían al gobierno (ésta es la estrategia "3-4-5" que defendió recientemente en televisión un opositor, Rafael Poleo: votar el tres de diciembre, salir a las calles gritando "fraude" el cuatro, y con la ayuda de sectores golpistas del ejército, tumbar a Chávez el cinco. Sí, en la tele lo dijo). Después se asegurarían de que la situación no fuera reversible. Si en el 2002 cerraron la televisión estatal, detuvieron a varios ministros, disolvieron la asamblea Nacional, asediaron y tomaron parcialmente la Embajada de Cuba, da escalofríos pensar qué serían capaces de hacer ahora para "mejorar" la intentona de hace cuatro años. Si ésta fuera la estrategia opositora, y fracasara, sería la tumba de la oposición. Si ésta fuera la estrategia opositora, y triunfara, sería la tumba de Venezuela.
g) Los observadores. Juega un papel primordial en el proceso la presencia de las misiones internacionales dedicadas a observar el transcurrir de los comicios. Lo que estos observadores -OEA, UE, Centro Carter...- digan una vez finalizada la jornada electoral es vital para la estabilidad de la nación. Ellos obviamente cumplirán con su deber y harán las observaciones que crean convenientes, pero todos los factores implicados son conscientes del tremendo impacto que sus palabras tendrán. Sin duda ellos lo saben, y serán en extremo cautelosos a la hora de pronunciarse. Si observan irregularidades de magnitud suficiente como para declarar inválidos los resultados, favorezcan a quien favorezcan, el país puede entrar en el caos en un visto y no visto. De declarar que las elecciones fueron transparentes y arrojaron un claro ganador, cualquier intento desestabilizador perdería fuerza: no desaparecería -recuérdese que un segmento de la oposición sigue sin reconocer los resultados del 2004, aunque fueron avalados internacionalmente- pero quedaría sumamente debilitado y perdería toda legitimidad. ¿Qué podrían hacer entonces?
h) Gobierno paralelo. Lo más probable es que sigan como hasta ahora: desde los medios privados negando la legitimidad del gobierno bolivariano, llamándolo "régimen" y "dictadura" y creando matrices de opinión muy negativas desde periódicos y canalaes de televisión. Otro escenario a tener en cuenta podría ser la creación de un "gobierno" formado por la oposición, escudándose en que hubo "fraude" en el proceso. Sería una deslegitimación "a la mexicana". Lo que ocurre es que, a tenor de las encuestas, difícilmente la diferencia entre uno y otro sea del 0,56% como en el país azteca. Con una diferencia de alrededor del 20% en los votos, que es la media que dan los sondeos, y la certificación de los mismos por la OEA, el Centro Carter y la UE, un "gobierno paralelo" sería el hazmerreír internacional. Pero la oposición tiene factores mediáticos y económicos muy poderosos operando a su favor, que no hay que despreciar.
i) El Magnicidio. No puedo dejar de mencionar algo que se comenta en la calle y en algunos foros de opinión de Internet. A mí me parece el segundo escenario más descabellado. Pero probablemente, si alguien hubiera anunciado que Kennedy iba a ser asesinado dos días antes de que efectivamente así sucediera, la gente también lo habría tachado de rumor absurdo. Al contrario de lo que pudiera pensar uno a priori, el objetivo no sería Chávez. Asesinar a Chávez traería unas consecuencias difíciles de imaginar, y el país podría entrar en una espiral de violencia que dejaría al Bogotazo como un concierto de los Niños Cantores de Viena en comparación. Además no serviría para derrocar al gobierno, al menos no a corto plazo, más bien afianzarlo. Un atentado contra Rosales también crearía un caos enorme en el país, no tan grande quizá, pero suficiente para hacer ruido internacionalmente. Asesinar a Rosales, o una simple intentona, daría algo de credibilidad al argumento opositor de que él encabeza las preferencias de voto, y por tanto el gobierno de Chávez -un gobierno dictatorial a su modo de ver- intentó impedir su triunfo ordenando su muerte. Insisto en que en mi opinión esta hipótesis es descabellada, pero no imposible: hay un sector -muy minoritario pero extremadamente radical- de la oposición venezolana que ha hecho del "salir de Chávez a toda costa" un mantra existencial, para el cual el fin justifica todos los medios.
j) La Intervención Extranjera. El escenario más descabellado, el summum de la locura, pero si se diese el caso de un magnicidio, se desataría un caos incontrolable en la nación, se podría llegar a una guerra civil. Eso desencadenaría una intervención extranjera. Más de un país estaría encantado de intervenir, dada la gran importancia económica de Venezuela, una de las mayores reservas mundiales de hidrocarburos. Nunca se dará el caso de una invasión "a secas", siempre tiene que haber un "motivo" primero que la justifique, y la única excusa válida para realizarla sería un estallido de violencia que conmoviera a la opinión pública internacional. Estos dos escenarios -magnicidio e intervención- son casi inseparables, y aunque suenen (y en mi opinión lo son) a meras teorías conspirativas, no se puede descartar nada jugándose Venezuela lo que se juega en estos comicios.
La mayoría de estos escenarios parecen desoladores y catastrofistas. Son sólo posibilidades, pienso que porcentualmente muy improbables. En mi opinión, y basándome en las encuestas, la temperatura en las calles y la actitud de los medios, lo que va a ocurrir en las elecciones es que, como aseguran casi todos los estudios de opinión, Chávez las ganará cómodamente. Me inclino a pensar que la oposición cantará "fraude" o como mínimo -no pudiendo demostrarlo- querrá dejar flotando en el aire un aroma a "duda" respecto a los resultados, habrá algunos disturbios espoleados por algunos medios privados, pero los organismos internacionales certificarán la victoria del mandatario bolivariano y las protestas irán paulatinamente perdiendo fuerza. Mi pronóstico y mi deseo es que las Navidades serán tranquilas en Venezuela. Pronto lo sabremos, sólo restan siete días para uno de los días más importantes en la historia de la democracia nacional.
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